Su Palabra
Cuán ciega estaba en mente, cuerpo y espíritu. Y como fresco manantial vino a mí Su Palabra. Me dejé engañar por muchas voces que me llevaron por senderos oscuros y vacíos en un pasado lejano y sombrío. En un mundo de ignorancia mi vida caminaba; me caía, me levantaba y renqueaba. Como marioneta era mi vida, manejada por las banalidades del mundo... Y vino a mí Su Palabra, viva, eterna y pura. Y como río que se había desbordado volví poco a poco a su cauce. Y entonces pensé: ¡cuán sordos habían estado mis oídos! ¡cuán ciegos habían estado mis ojos! ¡cuán nublada estaba mi mente! y, sobre todo: ¡cuán duro estaba mi corazón! No lo he logrado todo, pero lucho cada día por alcanzarlo. Porque solo Su Palabra me da vida, y no me conduce a la muerte. Guía mis pasos, direcciona mi mente, ablanda mi corazón, y me da todas las razones para ser obediente. No hay descanso ...